26
N
ne clara cuál va a ser su ruta en
las próximas semanas: un plan
periodístico que se ha diseñado
él mismo y que la mayoría de las
veces costea con sus propios
recursos. “Es difícil que hoy un
medio te pague ni siquiera el
billete, porque allí en los países
tienen a gente que se ‘plancha’
gratis, que tiran los precios”, se
lamenta.
La ruta planificada arranca en
Colombia. Allí tiene que impartir
una conferencia a petición de la
Embajada de España y aprove-
chará para hacer dos reportajes
que tiene pendientes; uno sobre
la pobreza en el Timbiquí y otro
sobre las operaciones anti mina-
do en zonas de conflicto con la
guerrilla y desde allí, “en coche
hasta Caracas, un poco de lío
para intentar cubrir en prime-
ra persona todo lo que ocurre
en el mundo”. “Es un panorama
desalentador. Los editores cada
día quieren más por menos, los
freelance
nos estamos disparan-
do unos a otros tirando los pre-
cios, es frustrante”, reconoce.
Pese a todo cree que la batalla
no está perdida ni para el perio-
dismo ni para el reporterismo.
La cobertura de conflictos está
creando un ecosistema que
Sastre define como “un crisol
muy variado”, en el que internet
ha tenido mucho que ver. “Des-
de su aparición, se ha producido
un fenómeno social que, alimen-
tado por la crisis, ha facilitado
la difusión y masificación de la
información gratuita; y esto nos
está matando a todos. Pero por
otro lado ha ofrecido al periodis-
mo una herramienta maravillosa
que nos permite la inmediatez
total”, subraya.
Inmediatez, nuevas figuras
–
bloggers, tuiteros, influencers
–
y, se lamenta Sastre, la pérdida
del hábito de lectura de textos
y artículos largos. “Ahora nos
cuesta consumir productos lar-
gos porque uno se informa rápi-
do y de manera acelerada. Los
editores te piden cosas cada vez
más breves porque la gente está
acostumbrada ya a consumir
cosas cortas”. Asegura tener un
método que le permite recupe-
rar el poder de concentración:
“Me obligo a leer
El camino más
corto
, del maestro de reporteros
Manu Leguineche; me lo pongo
como disciplina, además de que
está muy bien escrito”.
El modelo anglosajón
Frente a la inmediatez, al texto
frugal y al consumo rápido y su-
perficial de información, Sastre
reconoce que algunos medios
anglosajones lo están sabiendo
llevar y se están haciendo valer.
“
New York Times, Washington
Post, The Guardian
han encon-
trado una fórmula que irá evo-
lucionando y consolidándose:
ofrecen algunas cosas gratis y
las de mayor calidad se obtie-
nen por suscripción. El papel
tenderá a desaparecer y solo
quedarán publicaciones con te-
mas de calidad y con publicidad
cara”, relata. Por eso la batalla
no está perdida del todo, suscri-
be: “Los medios pueden comen-
zar a hacer productos de mucha
calidad para competir con la in-
formación gratuita. Perseguir un
modelo que tiene un coste y que
busca a un público interesado
en el análisis, la excelencia en
los reportajes diferentes, no in-
mediatos. Ese periodismo es el
que yo estoy tratando de cons-
truir”.
Una defensa de la profesión que
empieza por nosotros mismos
ya que “no debemos rebajarnos,
debemos poner líneas rojas” y
que empieza en la universidad.
“Yo enseñaría a los alumnos,
además de a ser periodistas
multimedia o a aprender de
economía, códigos sobre cómo
reivindicar los mínimos dere-
chos de nuestra profesión. Nos
estamos empezando a encon-
trar casos de periodistas que
viven de otras cosas y que van a
los lugares de conflicto, gastan
su dinero en estas coberturas,
muchos de ellos para sentirse
realizados, pero no les importa
cuánto pagan. Lo que quieren
“Los periodistas
debemos tomar
partido en las
historias que
contamos”.
Fotografo PABLO COBOS