Nuestra NEBRIJA 22 - Julio 2017 - page 5

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certero, al conocimiento, en de-
finitiva, de lo cierto, que es pre-
cisamente lo que con pasión y
firme voluntad intentamos tras-
ladar a quienes nos escuchan
en el aula o nos siguen en la dis-
tancia con el recto y loable de-
seo de mejorar su conocimiento
y, en definitiva, sus vidas.
Que el sistema universitario es-
pañol más anquilosado está en
franca decadencia creo que re-
sulta un hecho difícil de negar.
A la vista están los pavorosos
resultados de endogamia, de
inmovilismo, de incapacidad de
gestionar con eficiencia los re-
cursos. Cualquier planteamien-
to disruptivo es amenazado por
el deseo de que nada cambie,
de volver a tiempos pasados
que en realidad nunca volverán
si es que existieron. La eviden-
cia contraria es negada con to-
zudez digna de mejor empeño.
Sólo unas pocas universidades
en el panorama nacional están
a la altura de lo que debería exi-
gírselas a todas y, cada vez de
forma más notoria, en esa lista
de élite se encuentran univer-
sidades privadas. Las causas
de este éxito relativo de univer-
sidades tanto públicas, como
la Pompeu Fabra y otras que
todos tenemos en la cabeza, y
privadas como nuestra Nebrija,
cabe encontrarlo en muy distin-
tos factores. El principal, en mi
opinión, es la mediocridad ge-
neralizada en instituciones que
en el mejor de los casos otrora
fueron vigorosas y frescas pero
que hoy se gangrenan con do-
centes desmotivados que no
ven recompensado su esfuerzo
y en muchos casos, al contrario,
se ven afectados por una me-
ritocracia de selección inversa;
con claustros desalineados y
polarizados en los que se con-
funde principio democrático co-
legial con asamblearismo ideo-
logizado; con rectores y mandos
académicos que, lejos de ser un
ejemplo, ofenden la decencia
en su hacer interesado hasta el
punto de negar la razón o la evi-
dencia en la búsqueda del bene-
ficio propio o del de su institu-
ción para aparentar méritos que
no les corresponden; finalmen-
te, con estructuras económicas
localistas y totalmente desa-
costumbradas a competir por
la financiación, por los mejores
profesores y por los mejores
alumnos bajo el mantra, no por
más repetido menos insensato,
de la democratización universal
de la enseñanza universitaria,
que sólo lleva en la práctica a
frustrar a muchos de quienes en
ellas estudian buscando alcan-
zar un puesto de trabajo acorde
con su hipotética formación.
Ante este panorama, que salvo
patología intelectual todos reco-
nocen en privado para negar en
público, nuestros gobernantes
siguen haciendo auténtica de-
jación de su autoridad y muy al
contrario, como muchos de ellos
provienen de esos mismos am-
bientes a los que volverán tras
su paso por las direcciones ge-
nerales, consejerías o ministe-
rios, avivan el fuego destructor
con la gasolina legislativa que,
lejos de potenciar la verdadera
universidad que por definición
debe ser libre y autónoma, tien-
den a hiperregularla, a cercenar
lo nuevo y a consolidar lo viejo
mediante bagatelas y prebendas
en forma de subvención o clien-
telismo, si no con coacciones
que rayan en la prevaricación.
Nuestra Nebrija por suerte flore-
ce en un entorno que cada vez
se muestra más agresivo. Se-
guimos creciendo en la fe ciega
en nuestros valores de siempre.
Innovación pedagógica, serie-
dad académica, rigor y exigen-
cia, calidad docente en constan-
te revisión, internacionalización
creciente. Todo ello con el foco
puesto en la empleabilidad de
nuestros egresados, sin olvidar
la creación y difusión de ciencia
mediante la investigación. Por
supuesto que no lo hacemos
todo bien, o incluso, que algunas
cosas las hacemos francamen-
te mal. Pero nuestra filosofía es
hacer, eso es lo que transmiti-
mos a nuestros estudiantes en
aplicación del concepto apren-
der haciendo,
learning by doing
.
Nuestro fracaso sería no apren-
der de los errores, pues equivo-
carse no debe verse como un
fracaso sino solo como parte
del proceso de aprendizaje. Si-
gamos haciendo como hemos
hecho en nuestra aún breve
historia, siempre con ilusión re-
novada y apoyada en nuestros
éxitos objetivos.
Nuestros
gobernantes,
lejos de potenciar
la verdadera
universidad que
por definición
debe ser libre y
autónoma, tienden
a hiperregularla,
a cercenar
lo nuevo y a
consolidar lo viejo
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