Cuando echo la vista atrás, es-
tos 20 años en la Universidad
Nebrija se llenan de sensacio-
nes encontradas: por un lado,
hay instantes en los que siento
que el tiempo ha pasado volan-
do y, por otro, hay momentos en
los que tomo conciencia de mi
recorrido, personal y laboral. La
Universidad Nebrija ha sido una
escuela profesional importan-
tísima en mi vida, he aprendido
y, sobre todo, he evolucionado
mano a mano con esta casa.
Aún recuerdo cuando entré por
primera vez en 1994 y, com-
parando aquel recuerdo con la
institución en la que hoy se ha
convertido, sólo puedo decir que
la Universidad Nebrija no ha de-
jado de crecer en todos sus ám-
bitos, especialmente en su face-
ta más humana. Además, tengo
el lujo de poder trabajar en el
Campus La Berzosa, que repre-
senta los valores y la impronta
de la universidad; su entorno, su
cercanía, su naturaleza… ¡Cómo
se respira aquí!
Si hay algo que ha definido mi
paso por esta organización son
los momentos. Momentos de
felicidad enmarcados en logros
profesionales que alimentan
mi emoción por mi trabajo en
la universidad. Y también algu-
nos más difíciles, que han sido
motivados por la pérdida de al-
gunos compañeros que repre-
sentaron tanto por ese vínculo
personal que forja el tiempo.
Independientemente del lazo y
la amistad que nos unió, algu-
nas de esas personas dejaron
su impronta en esta casa a la
que tanto esfuerzo y trabajo
dedicaron. El potencial y la ca-
lidad humana que late en esta
institución es posiblemente la
razón de que haya mantenido la
ilusión por mi trabajo a lo largo
de tantos años, veinte ya.
Antes de llegar a la universidad,
mi carrera se centraba en el tra-
bajo social con jóvenes y muje-
res en riesgo de exclusión social.
Es curioso observar cómo, a pe-
sar de no tener nada en común
desde el punto de vista laboral,
son experiencias muy gratifi-
cantes y que me han generado
una inteligencia emocional que
ha orientado mi trabajo en in-
numerables ocasiones, dentro y
fuera de esta casa.
Podría contar mil anécdotas que
me han surgido aquí, mil recuer-
dos, pero prefiero quedarme
con los que me quedan por vivir,
que seguro que son muchos. La
Nebrija empezó siendo una uni-
versidad pequeña y hoy se ha
convertido en una auténtica re-
ferencia del trabajo bien hecho,
de ir paso a paso construyendo
unos valores y una educación
que no se han gestado de cara a
la galería, sino que nacen desde
dentro, entre las personas. Vein-
te años que han marcado el ca-
mino de esta universidad: haber
sido partícipe de su construc-
ción es para mí un orgullo que
me acompañará siempre.
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COLABORACIONES
Camino Fernández
Gabinete del Rectorado y representante de personal de Administración y Servicios
La Universidad
Nebrija no ha
dejado de crecer en
todos sus ámbitos,
especialmente
en su faceta más
humana
Cuando echo la vista atrás