Revista NUESTRA NEBRIJA 19 - Noviembre 2016 - page 36

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Dario Fo,
la estirpe del juglar moderno
Ana Fernández Valbuena
Profesora de Artes Escénicas de
la Universidad Nebrija.
Tras más de setenta años pi-
sando las tablas del escenario, y
forjando las del compromiso po-
lítico, se nos ha ido Dario Fo, que
gustaba presentarse a sí mismo
como un continuador de la es-
cuela juglaresca; de una narra-
ción oral arcaica y eficaz, cuya
presencia, pertinaz en su dra-
maturgia, Fo consiguió preser-
var, contra el viento y las mareas
políticas y teatrales del siglo XX.
Un siglo que atravesó llevando el
arte dramático desde el papel al
escenario como autor, actor, di-
rector y activista.
Su compromiso político le gran-
jeó problemas con la censura,
ataques fascistas, agresiones
graves —a él y a su compañe-
ra, la también teatrera Franca
Rame— e incluso la denegación
de visados para actuar en EE
UU por su izquierdismo, durante
los años sesenta. Las mismas
razones que retrasaron su pre-
sencia en nuestro país, no ma-
terializada hasta los ochenta,
convertido ya en un virtuoso de
la escena, tan sobrio como efi-
caz: se presentaba en solitario
sobre un escenario desnudo,
con una indumentaria negra
que destacaba un rostro y un
cuerpo extraordinariamente ex-
presivos. ¡Qué descubrimiento
para los que acudimos, perple-
jos, a sus primeros monólogos
en España! Traía un repertorio
cómico que ponía en solfa la
hipocresía del catolicismo y lo
advenedizo de la política occi-
dental… ¡y oriental! a través de
una interpretación que destilaba
la memoria viva de la tradición
popular, a la que perteneció su
figura única.
Su coherente actualización de
esa tradición, vinculada a los
temas de nuestra sociedad,
le hicieron merecedor del Pre-
mio Nobel de Literatura 1996,
abriendo dicha categoría, hasta
entonces asociada a la alta cul-
tura, a ejemplares como el que
hoy mismo le flanquean: Bob
Dylan, Premio Nobel de Literatu-
ra 2016. Y es algo hermoso que
celebremos la despedida de Fo
el mismo día en que se hermana
con otro poeta popular. La Aca-
demia Sueca atribuyó entonces
la concesión “al espíritu renova-
dor de un teatro que castiga a los
poderes establecidos y restaura
la dignidad de los oprimidos”. Y
en su discurso de entrega, Fo
homenajeó a los juglares, a los
bufones renacentistas, a Moliè-
re y a los narradores de historias
de su infancia. Un linaje de hon-
Su compromiso
político y su
deuda con lo
popular le
permitieron
desarrollar su
propio lenguaje.
opinión
Su coherente actualización de
la tradición popular, vinculada a
los temas de nuestra sociedad,
le hicieron merecedor del Premio
Nobel de Literatura 1996.
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