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El sector de la moda es uno de
los que más peso tienen en la
industria de casi todos los paí-
ses. El nivel de consumo es muy
alto, entre otros motivos, por la
gran cantidad de posibilidades
y alternativas que ofrece el mer-
cado y por una sociedad preo-
cupada por su imagen. Esto ge-
nera oportunidades de empleo y
riqueza, pero también está pro-
vocando que aumente la con-
taminación y las desigualdades
sociales en los países en los
que se fabrican las prendas que
podrán llevarse al otro lado del
mundo. La industria de la moda
es la segunda más contami-
nante del planeta. Consume
grandes cantidades de
recursos naturales
y produce un 10%
de las emisiones
globales de CO
2
,
según datos del
Banco Mundial.
Además, la in-
dustria textil se
deslocalizó hace
muchos
años
cuando las marcas
comprendieron que les
resultaba más barato con-
feccionar las prendas en países
cuyos salarios, aun siendo lega-
les, eran mucho más bajos que
en Europa. Países como China,
Bangladesh, Camboya, Vietnam,
India o Turquía, entre otros,
mantienen políticas que dejan
desprotegidos a sus trabajado-
res y los salarios mínimos per-
mitidos distan mucho de ser
dignos, es decir, que permitan a
las familias poder vivir con todo
lo necesario.
El modelo actual de producción,
llamado
fast fashion
, se carac-
teriza por el consumo masivo
de las prendas de baja calidad,
con una vida muy corta. Las
marcas fomentan este modelo
con la producción de numero-
sas colecciones en una misma
época del año, que llevan a las
tiendas y van cambiando cada
dos semanas. De esta manera,
se crea la necesidad en el con-
sumidor de comprar los nuevos
modelos que cada poco tiempo
llegan a los escaparates.
Este modelo de consumo resul-
ta insostenible desde muchos
puntos de vista. Medioambien-
talmente termina con gran par-
te de los recursos naturales del
planeta que no tienen tiempo de
recuperarse, por lo que contri-
buye a la desaparición de espe-
cies vegetales y animales y a un
consumo de energía desmesu-
rado. Por otro lado, éticamente
es inaceptable el beneficio de
una parte del mundo a costa del
trabajo abusivo de la otra parte.
En contraposición a este mo-
delo está surgiendo el
slow fas-
hion
o la moda ecológica, una
idea que persigue fomentar un
nuevo modelo de consumo res-
petuoso con el medioambien-
te y éticamente aceptable. Un
movimiento que cada vez gana
más adeptos y más repercu-
sión en los medios. “Un modelo
emergente de iniciativas em-
prendedoras, muy joven, pero
que va cogiendo fuerza”, explica
Gema Gómez, fundadora y di-
rectora de Slow Fashion Next,
una plataforma de formación y
divulgación de esta nueva ten-
dencia que forma a estudian-
tes y emprendedores y ayuda a
crear y dar visibilidad a marcas
ecológicas emergentes.
Este movimiento puede parecer
que surge de una “moda”, pero
va más allá de este “lavado ver-
de”, como afirma Eva García, de
Ecoology, una marca online de
moda ecológica que surgió des-
de “la insatisfacción y la fuerza
de querer hacer las cosas de
otra forma”. García afirma que
los consumidores cada vez es-
tán más concienciados, pero si-
gue siendo necesario más infor-
mación porque “el conocimiento
de la realidad es fundamental
para tomar las decisiones co-
rrectas y los consumidores de-
ben saber más acerca de lo que
compran”.
Los materiales y los procesos
de producción son fundamen-
tales en este sector. Existe una
gran variedad de materias pri-
mas con las que trabajan estas
firmas sostenibles, desde fibras
vegetales, como el modal o el
tencel, que provienen de “árbo-
les que crecen de forma contro-
lada, con una fabricación que no
genera residuos y una produc-
ción local para fomentar la in-
dustria en nuestra comunidad”,
utilizadas por Ecoology; hasta
plásticos reciclados que se ex-
traen de los mares y océanos
para volver a dejarlos limpios,
como hace Ecoalf, otra marca
Eva García, de
Ecoology: “Tenemos
que enfrentarnos
a los hábitos
de consumidor,
comprar menos y
de mayor calidad
darle el justo
valor a las cosas”.