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Un ejército de pingüinos de
peluche se mueve al son de un
cuerpo. Son las manos, los bra-
zos, la cabeza, las piernas de
un anónimo espectador los que
dirigen esta extraña orquesta.
A cada movimiento, los falsos
palmípedos hacen una réplica,
devolviéndole su imagen como
si de un espejo se tratara. Es-
tán colocados sobre motores
rotatorios, de forma que pue-
dan girar para formar el reflejo.
Esto es posible gracias a unas
cámaras que capturan el movi-
miento del espectador conec-
tadas a un sistema informático.
Hay más reflejos y conceptos
por descubrir de la mano de
Daniel Rozin, un americano
israelí que con su obra bus-
ca más allá de la simple mira-
da del público. Este artista ha
creado un universo de “espe-
jos” con infinidad de materiales
que invitan al espectador a in-
teractuar con su obra.
Como él, muchos otros crea-
dores han elegido las nuevas
tecnologías como herramienta
de trabajo y este como el nexo
entre su percepción personal
de la vida y la mirada del es-
pectador. Sin salir de Madrid
podemos descubrir a Daniel
Canogar, que juega con panta-
llas escultóricas en una de sus
últimas exposiciones. A través
de ellas muestra al público pro-
blemas como la contaminación,
el ruido o el cambio climático.
Ordenadores, algoritmos, sis-
temas mecánicos, objetos re-
ciclados, pintura, luz, pantallas,
brochas y materiales de diver-
sa índole encuentran su espa-
cio en el arte del siglo XXI. La
tecnología constantemente ha
estado al servicio de los artis-
tas, pero quizás en los últimos
años la sociedad es más cons-
ciente de esta relación.
“El arte y la tecnología son dos
conceptos que marchan de la
mano desde siempre. Las con-
tribuciones de la tecnología se
alcanzan y revisan no solo des-
de la ciencia sino también des-
de el arte. Por poner un ejem-
plo, una de las características
del arte en el Renacimiento es
la invención y la puesta en es-
cena de aspectos tan trascen-
dentes como la perspectiva y
con ello, la representación bi-
dimensional del espacio. Este
hallazgo se debe en parte a la
utilización de artefactos como
la Cámara de Leonardo, un tipo
de cámara oscura aplicada al
dibujo”, explica Kika Beneyto,
profesora de Bellas Artes de la
Universidad Nebrija.
Algo que también asegura Emi-
lio López-Galiacho, coordinador
del área digital de Bellas Artes
de la Universidad. Para él, esta
relación no es nada novedosa,
lo que sí es insólito es “la ve-
locidad vertiginosa con la que
evolucionan y la exigencia que
plantean al artista de un cons-
tante distanciamiento de su obra
mediado por la idea de interfaz”.
Hay artistas que se sirven de
las llamadas nuevas tecnolo-
gías como herramienta princi-
pal dentro de su trabajo y hay
quienes las utilizan como punto
de reflexión. Este es el caso de
Enrique Radigales, que utiliza
técnicas artísticas tradiciona-
les, principalmente la pintu-
ra y la escultura, pero, según
asegura, su trabajo “mantiene
un marco de discusión sobre
las nuevas tecnologías”. A su
parecer, esta ausencia formal
de tecnología contemporánea,
considerando que la pintura
al óleo es una tecnología, y el
hecho de que no utilice dispo-
sitivos conectados, puede pro-
vocar cierta desorientación en
el espectador.
“Con el tiempo, mi posición ha
sido más la de un observador
que intenta evaluar el impacto
social, cultural y económico,
que el de un usuario activo”,
explica Radigales, ganador del
primer Premio Universidad Ne-
brija a la Creación Artística por
su obra
Domingo
.
Pero lo que parece innega-
ble es cómo la tecnología ha
influido en las artes plásticas
y visuales y cómo la suma de
todos los materiales posibles a
disposición del artista pueden
hacerlo avanzar. “Es impor-
tante entender que no se trata
de sustituir unas herramientas
y formatos por otros, sino de
sumarlos todos. Lo digital es
solo una posibilidad más, que
debe convivir con lo analógico
de forma natural”, afirma Emilio
López-Galiacho.
Para Marta Pérez Ibáñez, pro-
fesora del Máster en Mercado
E
s
importante
entender
que
no
se
trata
de
sustituir
unas
herramientas
y
formatos
por
otros
,
sino
de
sumarlos
todos
