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Cristina Lucas.
Hacia lo salvaje,
2011.
yto: “La interacción del arte y el
espectador no es patrimonio de
las nuevas tecnologías, pero qué
duda cabe que con ellas el pú-
blico ha tomado un rol diferente.
La implicación del público con
la obra de arte ya viene de atrás
con prácticas como el happe-
ning o las performances”. Sin
embargo, sí aportan multitud de
posibilidades. “Lo demuestran
las instalaciones de Mignon-
neau y Sommerer o las de Sco-
tt Snibbe, en las que sensores
de movimiento activados por el
público generan la propia obra
de arte interactiva, o la
Habita-
ción del grito
de Alicia Framis,
que imprimía en 3D pequeñas
tazas con la vibración del grito
grabado de cada espectador”,
señala la profesora Marta Pérez
Ibáñez, que también describe
el arte digital como inmediato y
fácilmente viralizable, por lo que
llega a un espectro muy amplio
de público en muy corto tiempo.
Ahora, lo que toca es asumir
el cambio y la convivencia de
todas las herramientas disponi-
bles por parte de todos, desde
el artista hasta el espectador,
pasando por las galerías, mu-
seos… y la educación. En este
sentido, Emilio López-Galiacho
cree que hay algunos países
que empezaron antes y con
más fuerza, pero que sin duda
se trata de una transformación
inevitable. Desde su trabajo
como coordinador del área di-
gital de la Universidad, confir-
ma que Nebrija está haciendo
esfuerzos muy importantes al
respecto. “Desde el año pa-
sado se están introduciendo
cambios en la docencia, que
en este curso serán mucho
más relevantes. Además, con-
taremos con la colaboración,
en varios momentos, de Daniel
Canogar, uno de los artistas es-
pañoles de los nuevos medios
con mayor prestigio internacio-
nal”, asegura.
En relación al mercado del arte
aún hay mucho camino que re-
correr. Diana Angoso, directora
del Máster en Mercado del Arte
de la Universidad Nebrija, man-
tiene que el mercado primario,
de primera venta, en nuevos me-
dios es todavía incipiente y las
ventas no acaban de despegar:
“La problemática de los nuevos
medios para los coleccionistas
tiene que ver con su naturaleza:
intangible y casi inmaterial, y la
seguridad-limitación en la re-
productividad de estas piezas”.
Además, apunta a un segundo
problema relacionado con la
conservación y restauración,
ya que las obras de nuevos me-
dios pueden ser más frágiles y
efímeras si no se cuida la migra-
ción a otros soportes.
Nos encontramos, por lo tanto,
ante el reto de adecuar estos
nuevos formatos y herramien-
tas a lo que demanda el mer-
cado y, en definitiva, el público.
Algo en lo que se avanza día a
día, porque, como apunta Mar-
ta Pérez Ibáñez, “cada vez la
sociedad está más habituada
a la tecnología en todos los as-
pectos de la vida, y también en
el arte contemporáneo”. Para
conseguir que el arte sea real-
mente un reflejo de nuestra so-
ciedad, como los diversos “es-
pejos” de Daniel Rozin.