Revista NUESTRA NEBRIJA 19 - Noviembre 2016 - page 21

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paraba a reflexionar. Por ejem-
plo recuerdo una vez que citó
“y para mejor enamorarme /
llévame alguna vez entre flo-
res”, y preguntaba “de quién es
esto, quién lo ha escrito”. Los
alumnos de aquella época, casi
todos, teníamos inquietudes lec-
toras y decíamos “de Garcilaso”
o de quien fuere, y salían textos
de Cervantes o Lope y siempre
hacía la pregunta. Yo solía le-
vantar siempre la mano, porque
las citas coincidían con mis lec-
turas y al final de una clase me
dijo, “quédese un momento, que
tengo que hablar con usted”.
Y, ¿de qué quería hablarle?
Del curso, de la vida, de lo que
fuere. Esto ya era en cuarto de
carrera y a los pocos díasme dijo
que qué camino tomaba para ir
casa. Como era la misma direc-
ción fuimos juntos y hablando y
a los pocos días me invitó a su
casa a tomar un café, y allí cono-
cí a su mujer, María José Cane-
llada. Lo hacía de la manera más
natural, igual que de la manera
más natural, en clase, desperta-
ba y atendía todas las inquietu-
des. Era un profesor que estaba
hecho y estaba formado –él lo
ha contado muchas veces– en
la mejor facultad y la mejor uni-
versidad del mundo, con los me-
jores maestros, y, cómo él decía,
“cuando ocurrió lo que ocurrió”
[la guerra civil española] se le
truncó la vida que le esperaba.
Tenía una
extraordinaria
sensibilidad, la
sensibilidad del buen
creador, que nos
capacitaba para
disfrutar del gozo
humano.
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