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todavía vida. De hecho, tengo
la intuición de que el periódi-
co de papel va a volver a vivir
otra
época
dorada, pero
lo que ocurre
es que, como
todas las in-
tuiciones, son
más emocio-
nales que ra-
cionales. La
tengo
poco
argumentada,
pero tiene que
ver con que el
papel va a se-
guir siendo el
reducto de lo
transcendente y de lo importan-
te, mientras que en la web todo
es más pasajero. En internet,
por su naturaleza física, entran
tantas cosas, tantos autores,
que la labor que se hace de je-
rarquizar de forma intelectual
los contenidos en un periódico,
muchas veces queda diluida en
la web.
¿Qué papel están jugando las
redes en la información, el
que deben jugar o aún no han
encontrado su sitio?
Les estamos dando más im-
portancia de la que tienen. Ya
lo decía Umberto Eco: "si la
televisión había promovido al
tonto del pueblo, ante el cual el
espectador se sentía superior,
el drama de las redes es que
internet ha promovido al tonto
del pueblo como el portador de
la verdad". Son un buen instru-
mento, pero no son la solución
definitiva para lo que es el pe-
riodismo, para la adquisición de
conocimiento a través del pe-
riodismo. Los pasos son siem-
pre información, conocimiento
y sabiduría. El ciudadano a tra-
vés de las redes no consigue ni
i n f o rmac i ón
s u f i c i e n t e -
mente veraz ni
conocimiento
ni mucho me-
nos sabiduría.
¿Por qué? Por-
que me parece
que lo que da
la red es un
consumo muy
ansioso
de
información,
muy poco re-
flexionado
y
muy superfi-
cial. Pero también creo que es-
tamos en la prehistoria de lo que
va ser la información en la red y
la información en internet, y muy
en los albores del papel que van
a jugar las redes sociales en ge-
neral.
¿Aún la prensa es el cuarto poder?
Nunca lo fuimos, nunca fuimos
un poder de verdad; en todo
caso podemos llegar a ser un
contrapoder, pero poder no lo
somos. Y quien crea que es un
poder se está equivocando. Ha
habido periodistas muy ilustres
que creían que podían poner y
quitar ministros, pero ese no es
nuestro papel. Nuestro papel es
aportar a una sociedad libre y
democrática información que
le permita configurar su opi-
nión. Y lo que tenemos que ser,
en todo caso, es una especie
de conciencia crítica del poder,
pero nunca un poder. No tene-
mos que aspirar ni a hacer las
alineaciones de los equipos de
fútbol ni a decir quién tiene que
ser el presidente del Supremo.
Podemos explicar nuestro pun-
to de vista, pero nada más. Los
periodistas tenemos que hacer
un ejercicio de humildad.
Ha dado clase en varias
universidades, ¿cómo está la
universidad en general y Ciencias
de la Comunicación en particular?
La universidad española no
está peor que las universidades
de otros países. A veces nos
flagelamos en exceso y te vas a
otros países y ves que sus uni-
versidades no son mejores que
las nuestras. Pero creo sincera-
mente que tenemos demasia-
das facultades de ciencias de la
información; 65 son demasia-
das, no hay trabajo para tantos
licenciados. Además, noto que
la universidad está un pelín ale-
jada de la empresa informativa,
de la realidad de la información.
Deberían acercarse más, a tra-
vés de las asociaciones de la
prensa, de los medios de co-
municación... Deben tener más
presencia en las facultades pro-
fesores que sean periodistas en
ejercicio.
¿Qué le diría a un nuevo
periodista? ¿Qué consejos le daría
a un recién graduado?
Que no se desmoralice con el
primero ni con el segundo ni con
el tercer no, que son inevitables.
En segundo lugar, que no se ob-
sesione ni por el sueldo ni por
el horario, que sea generoso. Lo
importante es montarse en el
tiovivo y luego ya irá cambiando
del cochecito al caballito y de
allí a la silla voladora. Lo impor-
tante es montarse en el tiovivo,
que eso es lo que permite entrar
en el engranaje y avanzar.
El papel va a
seguir siendo el
reducto de lo
transcendente y
de lo importante,
mientras que en
la web todo es
más pasajero