Revista NUESTRA NEBRIJA 16 - Febrero 2016 - page 33

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N
profesor Daniel Tubau García.
Ante él tenía la agradable sen-
sación de sentirme inferior. Era
un "come libros". Daba la impre-
sión de que había leído todo. Me
encantaba hablar con un sujeto
así. Solo en esta ocasión me
fascinaba verme inferior a al-
guien. ¿Te fascinaba? Sí, porque
ese sentimiento no era negativo,
más bien, un favor a mi débil in-
telectualidad. La misma sensa-
ción la tenía en el
Taller de Guión para
Directores. Era lógi-
co que me sintiera
así, pues a pesar de
las muchas cosas
que hacía en San-
to Domingo para
sobrevivir, lo que
siempre me ha sa-
lido sin esfuerzo es leer y escri-
bir y ellos me daban trucos para
mejorar ambas cosas. También
disfruté mucho el Taller de Ayu-
dantes de Dirección, con Bego-
ña Casado. Nos reíamos como
locos enseñándole dominicanis-
mos como “vaina”, muletilla que
acomodamos en cualquier lugar
de la oración, (expresiones que
jamás usaba, pero que en su
acento madrileño sonaban tan
divertidas).
¿El lado opuesto? Dirección de
Actores e Interpretación. En ella
aprendí muchísimo, más que en
cualquier otra materia, desde
Stanislavski, el duque de Saxe-
Meininger, André Antoine y su
cuarta pared, las ocho pregun-
tas de Tony Barr, el sí mágico…
pero por encima del éxtasis del
conocimiento estaba mi apatía
por la actuación. Había pasado
mis últimos diez años crean-
do personajes y dictándoles
normas, por eso me aterraba
ponerme en el laberinto que yo
mismo había construido. Sin
embargo Saida Santana (la pro-
fe) me hizo uno de los regalos
inolvidables de Madrid; me des-
veló la existencia de Leopoldo
María Panero y su
Canción del
Croupier del Mississippi
. Una
pieza poética que revoluciona-
ría mi invierno. Por
eso le escribí algo
que no me enteré si
leyó. ¿Tratando de
demostrarle que no
eran del todo ma-
las sus clases? No
lo sé, pero me ha-
cían escribir y era
suficiente. Cuando
lo terminé se lo envié por co-
rreo. Nunca me respondió.
Así inició la aventura del Máster
en Dirección y Realización de Se-
ries de Ficción. ¿Lo demás? Pe-
cados de los que serás confesor.
"Aquí las horas tienen alas. El día
apenas dura para comerse unos
churros con chocolate".
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